Durante mi infancia en Beneixama, he bajado muchas veces la calle San Vicente de camino a casa, también conocida como La Avenida. Ésta acaba en el 112 de la Calle Cardenal Payá, una especie de bodega convertida con el tiempo en garaje o almacén de aperos de labranza. Cuando bajabas La Avenida por las noches, el hueco de la no ventana del 112 era completamente negro y siempre me hacía pensar que de ahí podrían salir los monstruos de mis peores pesadillas. No te voy a mentir, algún murciélago que otro sí que salía.
El paso del tiempo acabó por afectar a la cubierta de esta antigua bodega. Supongo que debido al alto coste que supondría su reparación y a los peligros que podía suponer para los viandantes, los dueños y/o el ayuntamiento decidieron que lo mejor era demolerla. 
En 2014 tuve la suerte de estar en Beneixama por navidades y enterarme de que echaban abajo la casa al final de La Avenida. No recuerdo ni cuándo ni dónde, alguien me dijo que la idea era continuar la calle San Vicente hasta conectarla con la nueva circunvalación que rodea Beneixama por el sur. Con los años esto no ha ocurrido y yo me sigo preguntando si de verdad algún día van a hacer esa “nueva calle” (“Un carrer nou?”, en catalán).
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